El otro día estaba platicando con una amiga. Salió el tema de los amigos hombres y las dos expresamos como siempre ha sido algo muy natural llevarnos con los chicos. Crecimos con hermanos y primos y sin hermanas o primitas. A lo mejor sea por lo mismo que tanto nos facilita llevarnos con los chicos de la escuela, la iglesia, etc. La platico nos llevó al tema de si está bien tener amigos hombres y si la respuesta es sí, ¿hasta qué punto es sano? Es una pregunta que yo he hecho muchas veces. Y que muchas veces me la han preguntado. Durante la prepa y incluso en mis días universitarias fue un tema que salió con mucha frecuencia. Más cuando una chica empezó a hablar mucho sobre algún mejor amigo que tenía. Es una buena pregunta, y hay una razón por lo cual todas pensamos en esto en algún momento.
Antes que nada quiero darles una respuesta muy clara: Sí puedes tener hombres amigos. Y no solo puedes tenerlos, ¡es muy bueno que los tengas! Dios creyó a las mujeres tanto a los hombres en su imagen. Cada uno de nosotros reflejamos cosas de él. Cuando nosotras nos llevamos con nuestros hermanos en la fé, podemos ver a ciertas características de Dios en ellos. Nos pueden ayudar a conocerle más a Él y amarle más a Él. Ellos también podrán recibir la misma bendición por conocernos mejor a nosotras. Así que, si no tienes amigos hombres, no es mala idea buscar algunos.
Ahora quiero regresar al término que muy a menudo ocupamos. Mejor amigo. Pensamos por un momento, ¿Qué es lo que diferencia un amigo general de un mejor amigo? ¿Qué diferencias hay en la relación que se lleva entre mejor amigos y sólo amigos? Primero pensando en mis mejores amigas son las personas con quién hablo con más frecuencia. Son las primeras en saber cuando algo muy bonito o algo muy feo me pasa en la vida. Son con quienes tengo una confianza muy estrecha y un cariño especial. Puedo llevarme con muchas personas pero solo me abro al 100% con mis amigas más cercanas. Un mejor amigo no es muy diferente. Quizás hablaría con él muy a menudo. Le contaría sobre mis altas y bajas. Quizás con él tendría la confianza de hacerle preguntas sobre los chicos. Porque ¿quién les entiende? Quizás saldríamos a solos a tomar un cafecito o ver una película en el cine. Esto es lo que le haría a él un mejor amigo. Porque con mis otros amigos solo les veo en el templo o el grupo de jóvenes. Y no les tengo tanta confianza.
Ahora pensamos en el noviazgo. Si tuvieras un novio, ¿cómo sería tu relación con él? Si ya tienes edad para salir con él quizás irían los dos a tomar un café, ver una peli, pasear por el centro de tu ciudad. Hablarían diariamente o al menos muy a menudo. Él sería muchas veces el primero en saber como te fue en tu día o cuando algo bueno o malo te paso.
Si te das cuenta, la descripción entre un mejor amigo y un novio es casi idéntico. Quizás dirás que la diferencia es que tu novio se te hace atractivo y tu mejor amigo no. No lo puedes ver con esos ojos de enamorada y por eso es solo tu mejor amigo. Y si crees que el amor es un sentimiento que existe o no, que el amor nos guíe y no es algo que nosotros guiamos, tiene mucho sentido es respuesta. Pero la Biblia nos enseña algo distinto sobre el amor. El amor es algo que nosotros ponemos en práctica. Es algo que hacemos, no solo algo que sentimos. Definitivamente existe el enamoramiento. Y muchas veces no elegimos con quién sentimos luego esa atracción que luego llamamos equivocadamente ‘el amor’. Pero también existen otros tipos de amor. Uno en especifico que sale de un cariño especial. De unos actos que desarrollan una relación más íntima. Y es de ese amor que vamos a hablar.
Hace tiempo unos psicólogos hicieron un estudio. Formaron una larga lista de preguntas personales. Preguntas cuyas respuestas suelen ser vulnerables y mostrar una vista amplia de la persona quien las conteste. Y con estas preguntas mandaron a un hombre y una mujer que nunca se habían conocido en una cita. Atreves de la noche hicieron estas preguntas y a la vez fueron instruidos a hacer mucho contacto con los ojos. Y evitar distracciones. Su enfoque era totalmente para su pareja. Por medio de este estudio descubrieron que las parejas sí sintieron un cariño o ‘amor’ con tan solo darse esa atención y abrirse con es persona sobre asuntos personales. ¿Pero cómo es posible encariñarte con un extraño después de contestar unas preguntas nada más?
Porque el amor no es solo un sentimiento que surge cuando algo se nos hace guapo. El amor es sentirnos vistas y oídas. Sentir que a alguien le importa qué nos pasa en el día o cuáles son nuestros sueños para el futuro. Es saber que esa persona piensa en ti y se interesa por conocerte más. En cierto sentido este es el amor que debemos de mostrar a los hermanos de la iglesia. Debemos amar los unos a los otros. Pero cuando se vuelve algo más exclusivo, debemos dar un pausa y preguntarnos el verdadero por qué. Hay algunos señales que muestran que quizás ya pasamos el límite de una amistad sana con un chico. Hay que preguntarnos:
¿Dejo que este chico me habla por qué me gusta que alguien se preocupa por mí?
¿Le cuento a él sobre que mal me fue en mi día o sobre el 10 que saqué en mi examen antes de que les cuanto a mis amigas o mis papás?
¿Me siento olvidad, desanimada, o mal cuando él no me habla durante un día entero?
¿Prefiero pasar tiempo a solas con él en vez de en un grupo?
¿Cuando estamos solos le platico de temas muy personales como mis planes del futuro, mi estado emocional o problemas que tengo con otro chico?
Si empiezo a salir con un chico que se vuelve mi novio, ¿tendría que cambiar mucho mi relación con mi mejor amigo? ¿Por qué?
Estas preguntas pueden revelar cosas de nuestro corazón que quizás no queremos ver. En mis 20 tanto años de observar esta situación, nunca he encontrado un caso en que uno de los dos no salió herido. Seamos sinceros, no tenemos muchas ganas de salir a solas con la mayoría de nuestros amigos. Estamos contentos viéndoles dentro de un grupo de amigos en común y hablándoles de vez en cuando. Si salimos con ellos por un café o algo parecido es muy de vez en cuando y no nos urge volver a hacerlo lo más pronto que podamos. Por lo general, si estamos dispuestas y hasta emocionadas para hablar diario con un chico y/o salir con él es por una de dos cosas.
- Me gusta. Independientemente de si creemos tener un noviazgo con él en algún futuro, no podemos negar que hay una atracción que nos atrae a él.
- No me gusta, pero me trata muy bien y eso es mejor que estar sola. Disfruto la atención que él me da, y como no lo estoy recibiendo de un chico con quien sí quiero una relación, permito que este chico me hace sentir bien por el momento.
En el primer caso hay unas razones por lo cuál no es buena idea salir con tu mejor amigo que en realidad es tu crush. Uno es si él no es un hombre adecuado para ser tu novio. Sin o es creyente o no es maduro en su fé, quizás piensas que puedes divertirte un poco con él sin llegar a ser algo más que amigos. Pero estás jugando con fuego, y tarde o temprano te vas a quemar. Este mejor amistad es en realidad un noviazgo emocional sin compromiso. Si hacen todo lo que harían un par de novios (menos tomarse de la mano o darse un beso), la realidad es que ya estás emocionalmente involucrado con un chico con quien no debed de estarlo. Y cuando se acaba la diversión, sentirás como si fuera una ruptura de novios. Porque para tu corazón lo es.
En el segundo caso estás arriesgando encariñarte con alguien que no es para ti. Y aún peor, estás usando a un ser humano para sacar provecho de una forma muy egoísta. Esto es el opuesto del amor que nos enseña Jesús. También este estado de recibir algo que realmente no es mío nos puede estancar en nuestra vida espiritual. Dios nos hizo con un deseo y necesidad profundo de vivir en comunión. Nos diseñó para sentir la necesidad de ser vistas o oídas por él. Y si dejamos que un chico nos llena ese vacío, no permitiremos que Dios lo haga. Es inevitable que nos alejamos de Dios cuando estamos recibiendo ese cariño y atención de una forma equivocada.
La conclusión a que yo he llegado, por medio de mucha experiencia personal y muchos años de observación, es que tener un mejor amigo la mayoría de las veces no es lo mejor que Dios tiene para nosotros. Y tampoco para los chicos con quienes nos involucramos de esta forma. La mayoría de las veces estas amistades muy cercanas entre un hombre y una mujer terminan mal. Sus frutos son: la desilusión, una o dos corazones rotos, malas decisiones en la elección de una pareja, situaciones incómodas entre grupos de jóvenes o amigos y mucho más.
Poniendo esta idea en práctica a veces no es tan sencillo. La linéa entre amigos y algo más no siempre es fácil marcar. No se trata de formar una nueva ley de reglas, pero sí hay unas cosas que nos pueden ayudar a evitar está situación:
- Evita salir solo con un amigo.
- Cuida tus pláticas en WhatsApp, Instagram, etc. en cuanto las temas que se hablan y la frecuencia de los mensajes.
- Busca amistades sanos. Chicas con quien puedes platicar temas más personales y gente que están enterados de las cosas importantes en tu vida.
- Cuida los temas que hablas con los chicos. Como vieron en el estudio, hablar de cosas muy vulnerables con el sexo opuesto puede llegar a sentimientos más allá de simple amistad.
- Sé sincera. No escondes tu relación con un chico de tus amigas o papás. No niegas hablar mucho o salir con él. Ni tampoco insistes en llamar ‘amistad’ algo que ya es mucho más que eso.
Tener amigos es algo bueno. Es una bendición convivir con nuestros hermanos en la fe, animarlos y convivir con ellos de una forma sana. Pero cuidamos nuestro corazón. No dejamos que un hombre aprovecha de nosotras por media de una ‘amistad cercana’ y tampoco aprovechamos de ellos por medio del mismo.
«El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.»
1 Corintios 13:4-7